Introducción al Blog

 ¡Para comenzar!


Los procesos educativos requieren aprendizajes y adaptaciones a los nuevos retos que se establecen en el cambiante ambiente escolar. Es por ello que es de gran importancia el acercamiento a conceptos, teorías y prácticas que fundamenten el ejercicio docente desde una manera más real y sentida desde la mirada de la educación inclusiva a fin de establecer redes de apoyo familiar y escolar.

Los retos del presente exigen al docente un sin número de conocimientos y habilidades para abordar la diversidad, desde el punto de la didáctica y los apoyos que son necesarios para facilitar el aprendizaje de los estudiantes, si bien es cierto este precepto, también es claro que el maestro requiere espacios de aproximación a los conceptos y de alguna manera iniciar por derribar las barreras propias y los miedos que se tienen acerca del abordaje pedagógico a la población con discapacidad.

También se pretende acercar los conceptos a los padres de familia y cuidadores   por medio de experiencias vivenciales. En estos espacios los docentes, padres y cuidadores tendrán la posibilidad de reconocer nociones precisas y realizar una mirada más sensible sobre las diversas dinámicas de aprendizaje y como su acción decidida puede en gran medida transformar los espacios educativos y la vida no solamente de los estudiantes con alguna condición de discapacidad, sino de todos y cada uno de los niños, niñas y jóvenes con los que a diario se comparte en el espacio escolar.

Escuela y familia deben reformular su discurso para poder comprender la diversidad y comprender su rol protagónico en este proceso de transformación, validación y respeto por el otro. El primer paso es comprender y entender que no es un niño especial o limitado, sino un individuo que puede florecer a partir de las posibilidades que el entorno le brinde, en palabras de Vygotsky, “el niño cuyo desarrollo está complicado por el defecto no es simplemente un niño menos desarrollado que sus coetáneos normales, sino desarrollado de otro modo” (Vygostky, 1997, pág. 12)